El regreso a la normalidad trae consigo nuevos desafíos. Además de seguir las normas de prevención general —por ejemplo, en los espacios públicos o el transporte colectivo— y de la precaución individual con la higiene de manos, el uso de mascarillas o la distancia interpersonal, hay una tercera cuestión a la que debemos hacer frente: el temor a salir de casa por la posibilidad de sufrir un contagio por coronavirus. Hoy en día, tras más de dos meses en estado de alarma, no son pocas las personas que temen salir a la calle. En diversos espacios se habla del síndrome de la cabaña para referirse a estos casos, pero ¿existe tal síndrome? ¿Es normal sentir miedo? ¿Qué se puede hacer para remediarlo? Conversamos con una experta para despejar estas dudas.
Síndrome de la cabaña y coronavirus
El famoso síndrome de la cabaña no existe. A diferencia de otros —como el de Asperger, el de Tourette o el del estrés postraumático— no está tipificado como tal, ni reconocido por la Asociación Americana de Psicología (APA). Sin embargo, en estos días la expresión ha empezado a ganar protagonismo en las noticias, en los mensajes de WhatsApp y en las conversaciones cotidianas. La utilizamos para hablar del miedo a salir de casa en tiempos de coronavirus, un temor que es muy real y que está ligado al riesgo de contagio. Según un estudio reciente de la Universidad Europea, 7 de cada 10 personas teme contraer la enfermedad.
¿Por qué el síndrome de la cabaña no se considera como tal? Porque “no está claro su origen ni hay estudios suficientes que lo avalen”, apunta la psicóloga María Martín de Pozuelo, coordinadora del centro de Terapia Estratégica en España. En su opinión, se trata más bien de una expresión para referirse al miedo a salir de casa; un temor ante el que cada persona puede reaccionar de maneras muy diversas. Del mismo modo que el confinamiento prolongado nos ha afectado de distintas maneras (nos ha generado, por ejemplo, desasosiego, tristeza, impaciencia, nerviosismo, problemas de insomnio o sensación de soledad), la vuelta a la vida normal también nos toca de una forma diferente. Y esto sucede incluso cuando la emoción de base es la misma.
Artículo publicado en Eroski Consumer.
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