Los #alimentos suelen estar muy presentes en las celebraciones, pero no siempre están ahí para comerlos. A veces se usan para otras cosas, como pasó en una fiesta de #carnaval tan extrema que las autoridades tuvieron que prohibir la venta al público de huevos de avestruz.
¿Os interesa? ¡Pues vamos allá!
Eso sí, vamos a viajar. Estas fiestas heavymetal tuvieron lugar hace casi 200 años y no se celebraron en España sino en Uruguay, una jovencísima nación de apenas 100.000 habitantes que se acababa de independizar.
Dato para recordar: el carnaval en Uruguay no es una fiesta cualquiera. Es LA fiesta nacional.
No tiene el glamour del veneciano ni la espectacularidad del brasileño, pero puede presumir de ser el más largo del mundo. Dura 50 días.
50 días, sí (o incluso más). En otra ocasión, si queréis, hablamos de esto y de sus estrechos vínculos con el carnaval de Cádiz. Pero hoy no.
Hoy hemos venido a hablar de #comida.
De la comida como protagonista del juego.
Supongo que conocéis la frase de «con la comida no se juega», ¿verdad?
Bien. Habría que matizar. Porque con la comida no se juega A MENOS que te encuentres en Uruguay, sea 1840 y estés en pleno carnaval.
En ese tiempo, el carnaval era un momento de liberación. Era el momento consensuado por la sociedad para dar rienda suelta a todas las pulsiones habitualmente reprimidas.
Había baile, risa, juego y manos traviesas (cómo no). Aquella era la fiesta «del cuerpo y del alma»: el cuerpo tenía más libertad de movimientos, el alma se permitía hacer aflorar «todos los deseos y personalidades escondidas».
Pero también había violencia. De hecho, el clímax de la alegría física y del desborde emocional se lograban cuando el carnaval se transformaba en ‘combate’, cuando la agresividad liberada se convertía en diversión violenta.
El juego consistía en arrojarse cosas «en el límite de la contundencia». Y, entre esas cosas, la principal protagonista era el agua.
[Recordatorio útil: en el hemisferio sur, en febrero, es verano. Masoquismos, los justos, amigos].
Bueno, decíamos que la gente se lanzaba agua. ¿Y cómo lo hacía? De muchas maneras. Usaban pequeñas botellitas «para refrescar la cara a las señoritas» (💖), pero también había lanzamientos de cubos, tachos o jarros desde las azoteas a la calle. ¡Agua va! 💪
Se sabe que en el carnaval de 1869 algunos individuos usaron incluso una bomba de apagar incendios robada a las autoridades. Pero parece que fue solo esa vez y tiene cierta disculpa, ya que muchas veces la policía se unía al juego y la batalla.👮
¿Esquiúsmi?
Lo leído. Los combates de carnaval tenían una hora de inicio (anunciada con un cañonazo), unos bandos contrincantes definidos (llamados ‘cantones’) y eran la excusa perfecta para jugar con —contra— la policía.
Porque a las 5 de la tarde, cuando el juego estaba en su apogeo, se oía «un trepidar ensordecedor» unido a gritos, aplausos y vivas.
«Aparecía la bomba de la policía, un armatoste pesado, inmenso, arrastrado por muchos celadores». ¡Ea!
Y no venía a poner orden, sino a pelear con los cantones. «Casi todos la temían porque sus mangas de cuero desbordaban torrentes de agua».
Bué… la temían y la deseaban, porque aquí la cosa se ponía intensa de verdad.
Aquí entraba en todo su esplendor el otro elemento del juego: los #huevos. «Un arma esencial por lo certero y fuerte de sus golpes en todos lados», incluyendo la cabeza. 🥚🙆
Los cantones acribillaban a huevazos a los policías y, OJO AHÍ, éstos hacían lo mismo con los cantones.
El combate con huevos no era algo marginal. Podían reunirse unas 200 o 300 personas para este juego de ocio proteico a lo bestia.
Y «cuando un huevo reventaba en la cara de un jugador, estallaban los vivas, silbidos y aplausos».
Cuando el combate era «civilizado» (ejem) se usaban huevos de gallina. Muchas veces se vaciaban primero para rellenarlos con agua, y se recubrían con sebo o con cera.
Las familias más modestas hacían estos ovoproyectiles en casa, «usando la grasa proporcionada por la dieta diaria de carne de vaca»
[Sí: dieta – diaria – carne – vaca. Circulen, circulen, que aquí no hay nada que ver].
Otras familias los compraban hechos, o listos para rellenar.
Había una industria; fabricantes y comercios especializados en su venta que los ofrecían rellenos de agua de olor. En algunos carteles y periódicos de la época se anunciaban como bombas de «hydro-amor».
«Bombas de ‘hydro-amor’» porque te quiero un huevo. En fin…
Pero los huevos de gallina no eran (ni de lejos) el único alimento que se arrojaba en carnaval. Allí también se usaron huevos de gaviota y «los muy tempranamente prohibidos huevos de avestruz, prácticamente mortales».
Es normal que se prohibieran. ¿Sabíais que un huevo de avestruz puede llegar a pesar 2 kilos?
Bueno… Aparte de agua y huevos, se sabe que allá por 1840 también se lanzaba harina, frutas, almidón y vejigas de ternera. Y también otras cosas que no eran comida, pero que vale la mena mencionar, como pintura, bolsas de arena y cal, canastas y hasta gatos [El gato voladooor🎶]
Obviamente, esto se fue reduciendo con el paso de los años, a medida que la disciplina de la «sociedad civilizada» avanzó firme para imponerse y apaciguar a la «cultura bárbara».
En 1870, por ejemplo, los «jóvenes educados» pusieron de moda arrojar ramos de flores, cajas de sardinas, pan, patatas, zanahorias y garbanzos «con los que se apedreaban los carruajes, más agradables que un huevazo y sus consecuencias».
[Nota atemporal: los garbanzos son un alimento fabuloso, no los uséis como confeti, por favor].
Para ir cerrando, diré que el carnaval de hoy poco tiene que ver con aquellos. Pero, con todo, algunas cosas perviven. Los niños y adolescentes todavía juegan a las guerras de agua (se venden bombitas, no huevos).
Un insulto típico del Uruguay consiste en gritarle a alguien «¡vejiga!» (weird but true). Y aunque el consumo de carne se va reduciendo, sigue siendo altísimo: unos 87 kilos por habitante al año.
Y todavía hay una situación socialmente aceptada en la que los adultos se permiten echarse agua, harina y huevos entre sí: cuando alguien acaba su carrera y se gradúa.
Nota final: los detalles históricos de este hilo están recogidos del libro ‘Historia de la sensibilidad en el Uruguay’, de José Pedro Barrán. Una joya.
Si queréis conocer más del carnaval (actual) en Uruguay:
https://turismo.gub.uy/index.php/uruguay-es/uruguay-es-carnaval
¡Feliz fin de semana y feliz carnaval! 😘
Originally tweeted by Laura Caorsi (@lauracaorsi) on 19/02/2021.
Laura Caorsi 
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