Las fórmulas mágicas para adelgazar cautivan a millones de personas. Como los cuentos infantiles, tienen el enorme poder de ilusionar. Entusiasman, maravillan. Ofrecen finales felices, cambios inmediatos y conquistas duraderas. Las dietas milagro son cuentos también. Se dirigen a un público adulto, pero ávido de magia y crédulo, como los niños. Operan sobre el resorte de la fantasía, la imaginación y el deseo, y es allí donde le ganan el pulso a los datos, las investigaciones científicas o las recomendaciones nutricionales que se apoyan en el rigor. ¿Qué otras similitudes existen entre unas tramas y otras?
Dietas milagrosas: magia y fantasía que cautiva
¿Por qué triunfan las dietas milagrosas? ¿Cuál es el secreto de su éxito? Por alguna razón, millones de personas caen en ellas cada año, las siguen a rajatabla y obedecen sus consejos. Incluso quienes han leído sobre sus riesgos y saben que están desaconsejadas acaban probándolas alguna vez. «No pierdo nada por intentarlo», pensarán, aunque en el fondo sepan —o intuyan— que están poniendo en riesgo su salud y haciéndole daño al bolsillo. ¿Qué provoca que una dieta milagrosa obnubile a tanta gente? Su parecido con los cuentos infantiles podría explicar esta fascinación. La mayor parte de los adultos saben que no hay varitas mágicas; sin embargo, el resto del relato es tan real, tan verosímil, que cuando menos, despierta al dragón de la duda […].
Artículo en coescrito con Julio Basulto, publicado en Eroski Consumer.
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