El aperitivo, ya sea con cañas, vino o vermú, forma parte de nuestra cultura gastronómica, al igual que el chupito de hierbas “digestivo”, los refrescos, los cubatas o los gintonics. Pero ninguna de estas bebidas tiene un perfil nutricional de interés ni son buenas opciones para hidratarse. La mejor elección, sin duda, es el agua. El problema es que, frente a las otras propuestas, parece aburrida. ¿Y qué tal cambiar su presentación para beber más sano? A continuación se dan cinco ideas para ofrecer el agua de una forma más atractiva.
No tiene color, ni sabor ni aroma a nada. Tampoco se sirve en un vaso de diseño ni en una copa especial. En nuestro entorno, basta abrir una botella de plástico o un grifo para obtenerla… Estas características tan poco glamurosas contribuyen a que perdamos interés en el agua y nos centremos en otras bebidas coloridas, sabrosas, bien puestas. Y, sin embargo, son esas mismas características las que convierten al agua en la fuente idónea de hidratación. De todas las bebidas citadas, el agua es la única que se puede ingerir a raudales sin provocar dolores de cabeza, comas etílicos o picos de glucemia. Es más: el agua es la única que se puede beber sin miedo —ni asco—, si se queda la botella dentro de un coche al sol.
H2O: dos medidas de hidrógeno por una de oxígeno. Ese es el cóctel, la fórmula secreta de la fuente de la vida. Ahora bien, con tantas creaciones ricas, burbujeantes y visualmente atractivas, el agua parece poca cosa. Poner un simple vaso de agua entre copas con cócteles, mojitos o cañas es como pretender que destaque un disfraz casero de pirata en mitad del Carnaval de Río. ¿O no?
Artículo publicado en Eroski Consumer.
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