Quedarse en casa es, de momento, la mejor estrategia para frenar la expansión del coronavirus. Pero plantea una paradoja: el confinamiento prolongado que tanto nos protege puede, al mismo tiempo, resentir nuestra salud. El sedentarismo, el cambio de hábitos alimentarios, el aislamiento (o, por el contrario, la convivencia intensiva con la pareja o con los hijos), el estrés ante la incertidumbre o la búsqueda de consuelo en la comida insana son algunos de los factores que amenazan nuestro bienestar. A ellos se suma uno muy concreto que ha suscitado tantas dudas en la población como negocios oportunistas y noticias falsas en algunos medios: la carencia de vitamina D, cuya síntesis depende en gran medida de la luz solar. ¿Hay que hacer algo especial para mantener sus niveles normales durante el confinamiento a la sombra?
La vitamina D y el sol
La vitamina D es necesaria para el buen funcionamiento de nuestro organismo: desempeña un papel muy importante en la salud ósea, el metabolismo, el sistema cardiovascular y el mantenimiento del sistema inmune (un rasgo, este último, que ha sido utilizado para difundir el bulo de que puede curar la COVID-19 y así vender suplementos). Pero esta vitamina tiene, además, una característica particular: si bien está presente en algunos alimentos, la obtenemos sobre todo por la exposición de la piel a la luz del sol.
Esta peculiaridad es bastante conocida y, por ello, desde el inicio del estado de alarma, la pregunta no se ha hecho esperar: ¿cómo mantener los niveles de esta vitamina durante el tiempo de cuarentena? Hoy, quien tiene terraza o jardín tiene un tesoro, pero ¿qué pasa con quienes no? Para las personas que viven en las ciudades, en pisos interiores o en viviendas cuya orientación no permite que entre directamente la luz del sol, la carencia de vitamina D se ha convertido en un tema de preocupación. ¿Está la inquietud justificada?
El déficit de vitamina D no es nuevo
Lo primero que debemos tener en cuenta es…
Artículo publicado en Eroski Consumer.
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