La seguridad alimentaria vive un momento de esplendor: los alimentos que comemos hoy son más seguros que nunca. Pero ¿son saludables? Los productos ultraprocesados que tanto lugar ocupan en nuestra cesta de la compra son, muchas veces, responsables del aumento del sobrepeso, la obesidad y otras enfermedades asociadas, como la diabetes tipo 2. ¿Cómo se regula la promoción y venta de estos alimentos, cuyo impacto en la salud comienza a verse al cabo de los años? Estas y otras preguntas se hizo el abogado Francisco José Ojuelos antes de empezar a escribir ‘El Derecho de la Nutrición’ (ed. Amarante), un libro que explora los límites y las posibilidades legales para proteger la salud de los consumidores ante la avalancha física, pero también publicitaria, de alimentos insanos.
Experto en Derecho Alimentario y autor de numerosas publicaciones académicas y periodísticas, Ojuelos propone tres ejes para mejorar: regular la publicidad (sobre todo, la que se dirige a los niños), incorporar a los dietistas-nutricionistas en el Sistema Nacional de Salud y ofrecer información veraz para que los consumidores podamos elegir con libertad real, sabiendo lo que compramos.
Usted plantea en su libro que para elegir con libertad es necesario conocer realmente entre qué y qué se está escogiendo. ¿A los consumidores nos falta información sobre alimentación saludable?
Nos falta mucha. No paro de poner el mismo ejemplo: ¿sabemos los consumidores cuándo un alimento tiene mucha sal? ¿Sabemos cuánto azúcar de media tienen los “cereales de desayuno”? Son algunas de las infinitas preguntas que yo mismo no sabía contestar antes de interesarme, primero, y tener acceso, más tarde, a información fiable en nutrición. Mientras no sepamos muchísimo más de lo que sabemos ahora, la Administración pública ha de protegernos de la publicidad directa y de la enmascarada.
¿Qué papel desempeña la industria alimentaria en esa desinformación? ¿Nos confunde con su publicidad y sus campañas de marketing?
“Son acciones publicitarias ilegales cuando el producto tiene un perfil insano”Si la normativa prohíbe hacer publicidad de efectos saludables en el alcohol, por la certeza de sus riesgos, ¿cómo es posible que constantemente se vea a profesionales sanitarios promocionándolo en medios de todo tipo? Hace poco se ha sabido a ciencia cierta que determinadas marcas de refrescos llevaban años pagando a científicos para que desviaran el foco de los efectos nocivos del azúcar. Si la publicidad no fuera efectiva, no habría un 88 % de incumplimientos acreditados del Código PAOS, como es el caso. Es decir: hay una industria leal y otra que no lo es. La publicidad leal no es el problema.
¿Y qué hay de la legalidad? Al ver la promoción de productos como bollería “con hierro”, yogures azucarados “con bífidus” o alimentos hipercalóricos “sin grasas trans”, da la sensación de que las campañas publicitarias se incardinan en esa delgada línea que separa lo legal de lo ilegal. ¿Es así?
Entrevista publicada en Eroski Consumer.
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