Gemma del Caño es farmacéutica. Miles de personas la conocieron este año gracias a su intensa labor divulgativa sobre higiene y mascarillas para protegerse de la covid-19. Pero su trabajo para compartir conocimiento viene de antes y se centra, sobre todo, en los alimentos. Más concretamente, en la industria alimentaria, un sector en el que trabaja desde hace años y en el que ha desarrollado su carrera profesional. Experta en innovación, biotecnología, seguridad y calidad, Del Caño compagina su trabajo con la divulgación, una actividad por la que ha recibido varios premios. En 2020, además, ha publicado el libro ‘Ya no comemos como antes, ¡y menos mal’, en el que echa por tierra numerosos mitos sobre los alimentos, da claves de seguridad alimentaria y ayuda al consumidor a tomar decisiones informadas.
Su libro echa por tierra aquello de que “todo tiempo pasado fue mejor”. ¿Por qué idealizamos tanto el modo de comer de antaño?
No solo pasa con la alimentación… también pensamos que antes se vivía más tranquilo, que todo iba más despacio. Creo que tendemos a romantizar lo que ocurría antes porque lo asociamos a cuando éramos pequeños, donde no había prisas ni responsabilidades, pero claro, el pasado de verdad no era así. Se moría de hambre, de enfermedades hoy más que olvidadas. Nuestros abuelos comían lo que había y, seamos sinceros con nosotros y con ellos: había lo que había y no era mucho. Mi abuela nos contaba que ponía carne en el caldo y después la sacaba para volverlo hacer al día siguiente. No, de verdad que cualquier tiempo pasado no fue mejor y en seguridad alimentaria, menos aún.
Hoy, al menos en nuestro entorno, tenemos la fortuna de no morir de hambre ni morir comiendo. Hay gran cantidad de alimentos disponibles y son seguros en el corto plazo. Pero ¿qué pasa con los alimentos insanos que minan nuestra salud a medio o largo plazo? ¿El concepto “seguridad” tiene, por así decirlo, “fecha de caducidad”?
Creo que podríamos definir tres conceptos: la seguridad alimentaria como el acceso a los alimentos; la inocuidad alimentaria, que es que no nos provoquen una intoxicación; y los alimentos saludables dentro de un marco de buenos hábitos alimentarios. Esta última sí se ve comprometida por el aumento de productos insanos. Fíjate en la distinción de alimentos saludables y productos insanos, que no es poca. A largo plazo, consumir constantemente productos insanos va a minar nuestra salud y aumentar la posibilidad de sufrir enfermedades prevenibles. Esa palabra me duele especialmente porque “prevenibles” significa que evitarlas está en nuestras manos.
Muchos productos ultraprocesados se visten de sencillez, con mensajes que apuestan por lo “natural”, “casero”, “artesano”, la ausencia de “E’s” y expresiones similares, que funcionan a la hora de vender. Si el consumidor compra esa idea, ¿por qué no triunfa lo verdaderamente simple?
Entrevista publicada en Eroski Consumer
Deja una respuesta