El nutricionista y empresario Carlos Ríos ha lanzado al mercado un nuevo producto alimenticio de su marca, Realfooding. Se trata de un croissant fabricado por la empresa Europastry con estos ingredientes: harina de trigo integral 40 %, preparado graso a base de aceite de oliva virgen extra 26 % (aceite de oliva virgen extra 12 %, grasa vegetal (karité), agua, sal), agua, pasta de dátiles, gluten de trigo, levadura, huevo líquido pasteurizado, sal, agente de tratamiento de la harina (E300). El tipo de producto y su composición han generado polémica en los medios y las redes sociales porque se trata de un ultraprocesado que contradice el espíritu original del movimiento Realfood: consumir alimentos poco procesados.
Para recordar el singular lanzamiento, he escrito esta rima, que los compañeros de El Español han recogido en este artículo donde detallan cómo fue la polémica.
—Cruasán— En la industria alimentaria hay cositas fabulosas. Algunas llevan dextrosa; otras, azúcar palmaria. Te alteran la pituitaria, complacen tus preferencias, se adaptan a tus apetencias, mas son engendrillos del mal: el cruasán que se anuncia real es bocado de indulgencia. ¿Qué es “bocado de indulgencia”? Un producto ocasional. Es un gustito puntual que nos damos a conciencia sin venderlo como ciencia, maravilla o novedad. Ese cruasán, en verdad, no es lo sano que aparenta. Ay, amiga, date cuenta… ¡Que esto es publicidad! Más aún, es falsedad (tan flagrante que sonroja). Y es también la paradoja calculada con frialdad que apela a una ingenuidad que apena a propios y extraños, y se agrava con los años hasta volverse brutal: que algo se llame real pero se nutra de engaños.